Los fatri, humanoides de formas diversas, poseen una habilidad asombrosa:
adaptarse rápidamente a su entorno. Pero más allá de sus diferencias físicas,
comparten un profundo respeto por toda forma de vida, creen en la interconexión
entre ellos y el planeta. Aprendieron a duras penas que la cooperación es la clave
para la supervivencia y prosperidad.
Los fatri se dividen en tres ramas principales: áridos, aquas y verdes, estos últimos
son los más numerosos junto con los aquas. Aunque su biología les permite
adaptarse a diversos entornos, prefieren los tres continentes centrales, más
amigables para la vida.
Tras un oscuro período de explotación industrial y colapso global, las diversas
sociedades fatri han logrado una armonía duradera, beneficiándose de su diversidad.
La Reunificación, iniciada hace siglos en el continente de Selvar gracias a un avance
tecnológico crucial, condujo a un equilibrio que ha perdurado por más de medio
milenio.
Sin embargo, en Vallizor, un continente de abundancia y seguridad, algunos jóvenes
—y no tan jóvenes— verdes, han comenzado a cuestionar la necesidad de la
comunidad. Acostumbrados a la protección, consideran que pueden valerse por sí
mismos y prosperar sin tener que entregar recursos a los «nuevos», los «menos
hábiles» y los «débiles».
Este individualismo emergente, junto con las disparidades biológicas y de recursos
entre las diferentes subespecies, ha reavivado en algunos coetus prósperos anhelos
de un orden pasado, especialmente en las tierras interiores. Aunque no se habla
abiertamente, este sentimiento latente amenaza la armonía lograda.